ORIGEN - FRANCIA
La magdalena o madalena (en francés: madeleine) es un pequeño bollo tradicional de la región de Lorena, en Francia, que se ha extendido por toda Francia, España, y por consecuencia, Iberoamérica.
Las magdalenas tienen la forma de una pequeña concha, que se obtiene cociéndolas al horno en una placa metálica que tiene hoyos con dicha forma. Hoy en día se suelen hacer en pequeños moldes de papel rizado. Tienen un gusto similar al bizcocho aromatizado con limón.
La receta lleva los mismos ingredientes que el bizcocho mencionado, pero en distintas proporciones:[1] huevos, azúcar, mantequilla, harina de trigo, levadura, y aroma de limón obtenido generalmente de la cáscara. En la receta tradicional francesa, se baten las claras de huevo a punto de nieve para dar más ligereza a la masa.
Quizás las magdalenas sean más conocidas fuera de Francia por su presencia en la novela de Marcel Proust, En busca del tiempo perdido ("Por el camino de Swann), en que el narrador recobra la memoria de su infancia después de oler y comer una magdalena mojada en té.
Sin embargo, Proust se refería a la variedad concreta de Commercy, en Lorena, a la que llamaba "petite madeleine"[1], que no se deshace al mojarse.
De acuerdo a una versión, la magdalena de Commercy debe su nombre a una joven criada llamada Madeleine Paulmier, que en 1755[2] elaboró estos pastelitos para el rey de Polonia Stanislas Leszczyński, que tenía allí un palacio. Esta tradición es todavía muy popular hoy en día.
Otras fuentes las remontan a la época de los peregrinajes a Santiago de Compostela. Una joven llamada Magdalena les servía a los peregrinos unos pastelitos en forma de concha, símbolo de este peregrinaje. Las "magdalenas" se extendieron a lo largo de los caminos de Santiago, lo que explica su tradicional implantación en España.